PARA PENSARNOS MEJOR
Ana Inés Larre Borges (Brecha)
El homenaje a Ángel Rama reunió en Montevideo a exponentes de la crítica y el pensamiento latinoamericano que reivindican su legado. Invitados a discutir con Brecha vigencias y desafíos en torno a sus preocupaciones, hicieron justicia a su memoria y no escatimaron la pasión ni el disenso.
El 27 de noviembre de 1983, víspera del acto del Obelisco, Ángel Rama falleció en España, en un accidente de aviación junto a su esposa Marta Traba y otros intelectuales latinoamericanos. Si la fecha devino simbólica, tal vez también lo sea que el director de cultura del MEC hoy sea Hugo Achugar -intelectual especialmente vinculado con Rama-, de cuya iniciativa parte el homenaje.
Ayer hablaron en el Paraninfo de la Universidad la uruguaya Mabel Moraña, actual directora del Programa de Estudios Latinoamericanos de la Washington University en Saint Louis y protagonista clave de los llamados "estudios culturales"; la chilena Ana Pizarra, coordinadora del plan de edición de literatura comparada América Latina: palabra, literatura y cultura, que fue imaginado por Rama pero se editó recién en 1993-95 en San Pablo; la argentina Beatriz Sarlo, docente de literatura argentina en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y responsable de la revista Punto de vista, ha poco "cesada" por propia voluntad; y la benjamina, María Inés de Torres, profesora uruguaya y especialista en literatura y cultura del xix uruguayo sobre el que inminentemente presenta un nuevo libro.
Para hablar de Rama, Brecha se reunió con las dos primeras visitantes y con el propio Achugar. Lo que sigue es el resultado de un intercambio que, tanto por el tema como por los interlocutores, representa sólo un esbozo de las ideas y cuestiones que emergen cuando se habla de Ángel Rama.
-¿Cuál fue el aporte diferenciador y clave que supuso la obra de Rama?
H A -Ángel Rama tiene, creo yo, múltiples facetas y muchos momentos. En un sentido quizás sea el crítico literario o cultural más importante de Uruguay, en la medida en que creó y desarrolló instrumentos teóricos que van desde el mismo concepto de la ciudad letrada hasta la adaptación de la noción de transculturación al dominio literario. Aun cuando es polémico, aun en el error, él sigue siendo nuestro intelectual más grande y más influyente. Dejó a Rodó de lado. Rama figura en la bibliografía teórica no sólo latinoamericana, sino de Occidente y sus periferias. Es utilizado por gente fuera de la literatura, por gente que hace estudios urbanos, crítica cultural en un sentido amplio o estudios de arte o lo que sea.
M M - De acuerdo. Rama fue enormemente influyente. Vivió períodos muy distintos del proceso cultural, y fue produciendo pensamiento de esas experiencias. En los setenta, en el contexto de las dictaduras, cuando parte de la nación estaba en el exilio y la otra en el país, él empieza a problematizar la cuestión de lo nacional: sus bases, la relación con lo foráneo, y hace un tremendo aporte para pensar ese momento histórico. Pero después también adelanta lo que fue la problemática de los estudios culturales. El trabajo interdisciplinario de Rama no es una aplicación mecánica de la relación cultura y sociedad sino que crea un método y una serie de categorías que, como dice Hugo, se exportan de la crítica literaria hacia el discurso político, cultural, estudia la relación de lo urbano con el poder, la cultura con las instituciones, trabaja campos culturales. Es innovador y provocador. El suyo es un pensamiento muy intuitivo y polémico, cosa que le reconocen sus críticos más acerbos. Rama es, además, un virtuoso del subgénero de los panoramas. Tuvo esa capacidad para ver la totalidad y poder distinguir temas, núcleos, direcciones, transgresiones. Él podía organizar el funcionamiento cultural de una manera muy orgánica. Eso se extraña.
A P -Uruguay es un país pequeñito que ha dado tremendos intelectuales. Rama sale de Uruguay para convertirse en una voz fundamental de la América Latina de los años sesenta. En Marcha escribe sobre Cortázar, pero también de su viaje a Israel, de lo que pasa en Europa, también sobre Saint Exupéry. El suyo no es un latinoamericanismo pobre o restrictivo, es un latinoamericanismo dentro de la cultura occidental. Y no maneja sólo el ámbito de lo literario sino que tempranamente se interesa por las ciencias sociales. Lo que hace Rama es de alguna manera equivalente a lo que hace Prebisch en las ciencias sociales. Empieza a conceptualizar y percibir los mecanismos de la cultura en América Latina y, me parece justo decirlo, lo hace junto a Marta Traba, que es una intelectual que no ha tenido todavía el reconocimiento que merece. Mientras Ángel piensa en los mecanismos de la literatura, Marta está trabajándolos en la plástica. Hay un crítico que dice, muy bien, que Rama tiene una manera casi voluptuosa de absorber los materiales.
-Sobre el modelo de intelectual que encarnó, ¿se han preguntado ustedes, como se preguntaba Rama muchas veces frente a un autor: de dónde viene Vallejo?, ¿de dónde sale Rama?, ¿cómo se explica su aparición? Y por otro lado, pregunto si se extinguió ese tipo de intelectual que además de la mentada multiplicidad teórica actuaba él mismo en diferentes campos, interviniendo en la cosa pública, siendo periodista, docente, académico. Un tema sobre el que él mismo reflexionó mucho.
H A --Creo que hay un problema con las dos preguntas que suponen congelar a Rama en un Rama. Hay múltiples "Ramas". La pregunta de dónde viene Rama es una pregunta al Rama de los sesenta. Pero otra cosa es cuando él pasa a Venezuela y Puerto Rico, y otra es cuando pasa a la academia estadounidense y europea. Y esas distintas instancias histórico-culturales van explicando el propio desarrollo de su pensamiento. Se explican en relación con campos culturales muy precisos. Eso por un lado, y la otra pregunta también tiene que ver con el mismo: el Rama de Marcha ¿es posible hoy?, ¿existe hoy? Yo digo: ¿cuál de los Ramas?
-¿Les parece que un estadio de Rama negaba al precedente? Porque a mí me parece que no. Cuando está en Estados Unidos, por ejemplo, y puede dedicarse a estudios largos y a investigar el pasado, no deja sin embargo de escribir sobre los novísimos narradores, lo que es una actitud del Rama de Marcha, de su afán por descubrir lo nuevo. Y tampoco deja de tener polémicas políticas. No se abstiene de eso porque esté en la academia, y discute sobre el exilio cubano y sigue actuando.
MM-Yo he pensado en ocasiones qué es lo que hace que se cree en Uruguay una figura de la envergadura de Rama, que es realmente uno de los dos o tres grandes nombres de la crítica cultural en español del siglo XX. Y creo que una figura como esta sale de la fuerte tradición humanística de Uruguay, sale de una formación enciclopédica que el país promovió y que muy pocos pudieron llegar a concretar. Rama empieza siendo un lector voraz y eso lo hace un hombre que no veía límites disciplinarios...
H A -Una diferencia, Mabel: lectores voraces hubo muchos. Hubo incluso algunos con los cuales Rama polemizó y de cuyo nombre no quiero acordarme, pero que no logró establecer una construcción teórica.
M M -Pero si usted me deja terminar. .., es que, con ese bagaje, él da un paso más allá y va hacia otra dimensión. Empieza a prestar una enorme atención al mercado. En Rama, el tema de la circulación de la literatura como mercancía simbólica es de una importancia fundamental. Y él lo percibe como parte del trabajo humanístico y lo integra y ve políticas culturales y se da cuenta de la función del Estado y de los distintos tipos de intelectual que puede haber. Él da ese paso. Por eso cuando tú preguntas si es posible una especie de intelectual como Rama hoy en día, yo digo definitivamente sí, por lo que Rama inaugura para América Latina cuando se pasa de las humanidades concebidas de modo mucho más clásico a un proceso de producción simbólica en relación con el mercado.
A P -Yo no lo pienso tanto así, porque Rama era una especie de intelectual del Renacimiento que articula distintos espacios, y yo siento que la forma del pensamiento hoy fragmenta más de lo que articula, entonces en ese sentido veo difícil a un Rama hoy, porque siento que todos estos momentos que estamos señalando son momentos que se van, no separando sino acumulando en él.
M M -Pero él inaugura otro tipo de intelectual, un tipo de intelectual transcultural, trasnacional, transdisciplinario.
A P -Yo creo que él tanto como Marta mueren en el momento justo del cambio, cuando ya no corre su modelo de intelectual. Pero sucede que hay muchas cosas de ellos que podemos recuperar...
H A -Es que mueren en el 83, cuando comienza en el mundo iberoamericano todo el debate de la posmodernidad, y el famoso tema de la ciudad letrada empieza a quedar casi obsoleto porque estamos viviendo en la ciudad cibernética, televisiva, informática o como gusten llamarla.
M M -Bueno, Francoise Perus, que ha sido la crítica más encarnizada que ha tenido Rama, refiriéndose a La ciudad letrada dice una cosa que es cierta, que le falta un capítulo, falta el capítulo de "la ciudad globalizada". Y alguien deberá escribirlo. Eso no impide su vigencia, porque no hay tesis que se pueda escribir sobre una inmensa cantidad de temas sin el aporte de Rama.
-Me pareció, Mabel, que en algún escrito sobre Ángel tú juzgabas más trascendente el libro sobre transculturación que el de La ciudad letrada, más actual.
M M -No, no, yo creo que son inseparables. Y tienen razón los que los estudianjuntos. Creo que son parte de una misma reflexión sobre el quehacer cultural, la función del intelectual y la relación poder-cultura.
-En la invitación que ha circulado para el homenaje del Paraninfo, se dice con rara elocuencia que fue "narrador, dramaturgo, editor, docente, polemista y crítico literario". Parece curiosa la inclusión de "polemista" en esa serie profesional. Tal vez tenga que ver con la revolución mediática, pero me parece que hoy los intelectuales que intervienen son de otro tipo. Los que Sarlo llamó "intelectuales mediáticos". No son intelectuales como Rama o como ustedes, aunque alguna vez por excepción pueden ser invitados a la pantalla.
M M -Yo creo que Rama no entendía el trabajo cultural sin debate, era una cosa que lo apasionaba.
A P -Decía que justamente la polémica era lo que medía el vigor de una cultura.
H A -Todos nosotros, de hecho, somos polemistas. Creo que parte de ser un intelectual crítico es ser un polemista. Aunque sin la obligación de pelearse con nombre y apellido con nadie. Pero cuando uno plantea ideas está siempre en polémica con alguien o con algo. Aquello de la interdiscursividad, siempre uno está "peleándose con". Claro que Ángel nunca omitía los nombres.
M M -Él, para empezar, creció intelectualmente en sus polémicas con Emir Rodríguez Monegal. Y tener ese enemigo constante y de las características de Emir marcó su personalidad intelectual. En las polémicas hay algo performativo, y él es alguien que crece en la polémica. A fin de cuentas la polémica es un género y él lo cultivaba magistralmente.
H A -Sí, pero también es cierto -y ahí sí reconozco una cosa de época en la pregunta que hace Ana Inés- que hoy, en Uruguay por lo menos, y en otros países de América Latina también, se insiste en que el nivel de las polémicas culturales e intelectuales no es el mismo que el de antes.
MB-Hay una razón fundamental, ¿no ? Que es la plataforma política en que todo eso estaba armado en los sesenta y los setenta...
H A -Bueno, por supuesto que había un proyecto, y ahora no es que no haya proyectos, pero quizás perdimos la ingenuidad de creer. Porque había una cierta cosa ingenua en las polémicas de Ángel, de Mario Vargas Llosa, incluso la de Cortázar con Collazo la ingenuidad de creer que a través de la palabra y el debate llegaba el cambio. Hay menos ilusión ahora.
A P -Lo que pasa es que el debate hoy se banalizó y por eso tiene menos impacto, porque fíjate que todavía estamos hablando de esa polémica de Cortázar y Collazo... Todavía hablamos de la de Arguedas.
H A -Pero hablamos nosotros, hablamos nosotros porque nos marcó.
A P -O porque son temas que importan.
H A -Porque nos marcó a nosotros. Los jóvenes no, salvo que lo escuchen de nosotros en las clases, eso no integra sus...
M M -Yo creo que tiene que ver con la pérdida de plataformas políticas. En aquel momento todo estaba informado y había cierta polarización política clara. Después se cayó en una especie de pluralismo... Y la polémica implica un aferrarse a posiciones con implicancias políticas y defenderlas y hacerse responsable de esas implicancias.
-Todo eso y la propia figura de Rama se proyectaron sobre una idea de América Latina que ahora no parece tan vigente. América Latina ¿ sigue siendo pensada ? ¿ O es sólo pensada en los campus universitarios de Estados Unidos ? Los escritores de hoy ¿sienten una pertenencia a esa noción como sentían entonces?
A P -Ahora opinan los economistas, los escritores son los intelectuales menos escuchados. Ahora, yo creo también que en los años sesenta y setenta nosotros manejábamos la idea de América Latina como un bloque monolítico, y resulta que Ángel y Marta, entre otros, nos hicieron ver una América Latina mucho más plural.
H A -La heterogeneidad de que habló Cornejo Polar. Pero al mismo tiempo hoy toda la coyuntura política cambió. Entonces no es que América Latina no siga siendo un proyecto, pero no puede ser el mismo. Sigue estando Fidel, pero con 80 años y significando algo diferente, y está Chávez, que es Chávez, algo inédito. Hay proyectos que no estaban en los sesenta, se habla por ejemplo de la UNASUR, O Unión de Naciones del Sur. De todos modos, en parte comparto que la radical diferencia es la idea de la heterogeneidad. Y la reivindicación de la diversidad que no estaba antes en la agenda.
M M -Yo creo que sí hay una fuerte presencia de América Latina. Esta de hoy es la América Latina de los movimientos sociales, de la vuelta problemática y atenuada de la izquierda, y es una América Latina que sigue siendo un laboratorio político y cultural. Es la América Latina de las narconarrativas, de los índices excepcionales de violencia y de la tremenda diversidad de regímenes políticos, formas culturales, formas de organización social. Y creo que desde afuera se percibe esa riqueza y ese fermento que América Latina sigue siendo. Yo no creo que haya perdido perfil, ha cambiado sí, como no podía ser de otra manera.
Ana Inés Larre Borges (Brecha)
El homenaje a Ángel Rama reunió en Montevideo a exponentes de la crítica y el pensamiento latinoamericano que reivindican su legado. Invitados a discutir con Brecha vigencias y desafíos en torno a sus preocupaciones, hicieron justicia a su memoria y no escatimaron la pasión ni el disenso.
El 27 de noviembre de 1983, víspera del acto del Obelisco, Ángel Rama falleció en España, en un accidente de aviación junto a su esposa Marta Traba y otros intelectuales latinoamericanos. Si la fecha devino simbólica, tal vez también lo sea que el director de cultura del MEC hoy sea Hugo Achugar -intelectual especialmente vinculado con Rama-, de cuya iniciativa parte el homenaje.
Ayer hablaron en el Paraninfo de la Universidad la uruguaya Mabel Moraña, actual directora del Programa de Estudios Latinoamericanos de la Washington University en Saint Louis y protagonista clave de los llamados "estudios culturales"; la chilena Ana Pizarra, coordinadora del plan de edición de literatura comparada América Latina: palabra, literatura y cultura, que fue imaginado por Rama pero se editó recién en 1993-95 en San Pablo; la argentina Beatriz Sarlo, docente de literatura argentina en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y responsable de la revista Punto de vista, ha poco "cesada" por propia voluntad; y la benjamina, María Inés de Torres, profesora uruguaya y especialista en literatura y cultura del xix uruguayo sobre el que inminentemente presenta un nuevo libro.
Para hablar de Rama, Brecha se reunió con las dos primeras visitantes y con el propio Achugar. Lo que sigue es el resultado de un intercambio que, tanto por el tema como por los interlocutores, representa sólo un esbozo de las ideas y cuestiones que emergen cuando se habla de Ángel Rama.
-¿Cuál fue el aporte diferenciador y clave que supuso la obra de Rama?
H A -Ángel Rama tiene, creo yo, múltiples facetas y muchos momentos. En un sentido quizás sea el crítico literario o cultural más importante de Uruguay, en la medida en que creó y desarrolló instrumentos teóricos que van desde el mismo concepto de la ciudad letrada hasta la adaptación de la noción de transculturación al dominio literario. Aun cuando es polémico, aun en el error, él sigue siendo nuestro intelectual más grande y más influyente. Dejó a Rodó de lado. Rama figura en la bibliografía teórica no sólo latinoamericana, sino de Occidente y sus periferias. Es utilizado por gente fuera de la literatura, por gente que hace estudios urbanos, crítica cultural en un sentido amplio o estudios de arte o lo que sea.
M M - De acuerdo. Rama fue enormemente influyente. Vivió períodos muy distintos del proceso cultural, y fue produciendo pensamiento de esas experiencias. En los setenta, en el contexto de las dictaduras, cuando parte de la nación estaba en el exilio y la otra en el país, él empieza a problematizar la cuestión de lo nacional: sus bases, la relación con lo foráneo, y hace un tremendo aporte para pensar ese momento histórico. Pero después también adelanta lo que fue la problemática de los estudios culturales. El trabajo interdisciplinario de Rama no es una aplicación mecánica de la relación cultura y sociedad sino que crea un método y una serie de categorías que, como dice Hugo, se exportan de la crítica literaria hacia el discurso político, cultural, estudia la relación de lo urbano con el poder, la cultura con las instituciones, trabaja campos culturales. Es innovador y provocador. El suyo es un pensamiento muy intuitivo y polémico, cosa que le reconocen sus críticos más acerbos. Rama es, además, un virtuoso del subgénero de los panoramas. Tuvo esa capacidad para ver la totalidad y poder distinguir temas, núcleos, direcciones, transgresiones. Él podía organizar el funcionamiento cultural de una manera muy orgánica. Eso se extraña.
A P -Uruguay es un país pequeñito que ha dado tremendos intelectuales. Rama sale de Uruguay para convertirse en una voz fundamental de la América Latina de los años sesenta. En Marcha escribe sobre Cortázar, pero también de su viaje a Israel, de lo que pasa en Europa, también sobre Saint Exupéry. El suyo no es un latinoamericanismo pobre o restrictivo, es un latinoamericanismo dentro de la cultura occidental. Y no maneja sólo el ámbito de lo literario sino que tempranamente se interesa por las ciencias sociales. Lo que hace Rama es de alguna manera equivalente a lo que hace Prebisch en las ciencias sociales. Empieza a conceptualizar y percibir los mecanismos de la cultura en América Latina y, me parece justo decirlo, lo hace junto a Marta Traba, que es una intelectual que no ha tenido todavía el reconocimiento que merece. Mientras Ángel piensa en los mecanismos de la literatura, Marta está trabajándolos en la plástica. Hay un crítico que dice, muy bien, que Rama tiene una manera casi voluptuosa de absorber los materiales.
-Sobre el modelo de intelectual que encarnó, ¿se han preguntado ustedes, como se preguntaba Rama muchas veces frente a un autor: de dónde viene Vallejo?, ¿de dónde sale Rama?, ¿cómo se explica su aparición? Y por otro lado, pregunto si se extinguió ese tipo de intelectual que además de la mentada multiplicidad teórica actuaba él mismo en diferentes campos, interviniendo en la cosa pública, siendo periodista, docente, académico. Un tema sobre el que él mismo reflexionó mucho.
H A --Creo que hay un problema con las dos preguntas que suponen congelar a Rama en un Rama. Hay múltiples "Ramas". La pregunta de dónde viene Rama es una pregunta al Rama de los sesenta. Pero otra cosa es cuando él pasa a Venezuela y Puerto Rico, y otra es cuando pasa a la academia estadounidense y europea. Y esas distintas instancias histórico-culturales van explicando el propio desarrollo de su pensamiento. Se explican en relación con campos culturales muy precisos. Eso por un lado, y la otra pregunta también tiene que ver con el mismo: el Rama de Marcha ¿es posible hoy?, ¿existe hoy? Yo digo: ¿cuál de los Ramas?
-¿Les parece que un estadio de Rama negaba al precedente? Porque a mí me parece que no. Cuando está en Estados Unidos, por ejemplo, y puede dedicarse a estudios largos y a investigar el pasado, no deja sin embargo de escribir sobre los novísimos narradores, lo que es una actitud del Rama de Marcha, de su afán por descubrir lo nuevo. Y tampoco deja de tener polémicas políticas. No se abstiene de eso porque esté en la academia, y discute sobre el exilio cubano y sigue actuando.
MM-Yo he pensado en ocasiones qué es lo que hace que se cree en Uruguay una figura de la envergadura de Rama, que es realmente uno de los dos o tres grandes nombres de la crítica cultural en español del siglo XX. Y creo que una figura como esta sale de la fuerte tradición humanística de Uruguay, sale de una formación enciclopédica que el país promovió y que muy pocos pudieron llegar a concretar. Rama empieza siendo un lector voraz y eso lo hace un hombre que no veía límites disciplinarios...
H A -Una diferencia, Mabel: lectores voraces hubo muchos. Hubo incluso algunos con los cuales Rama polemizó y de cuyo nombre no quiero acordarme, pero que no logró establecer una construcción teórica.
M M -Pero si usted me deja terminar. .., es que, con ese bagaje, él da un paso más allá y va hacia otra dimensión. Empieza a prestar una enorme atención al mercado. En Rama, el tema de la circulación de la literatura como mercancía simbólica es de una importancia fundamental. Y él lo percibe como parte del trabajo humanístico y lo integra y ve políticas culturales y se da cuenta de la función del Estado y de los distintos tipos de intelectual que puede haber. Él da ese paso. Por eso cuando tú preguntas si es posible una especie de intelectual como Rama hoy en día, yo digo definitivamente sí, por lo que Rama inaugura para América Latina cuando se pasa de las humanidades concebidas de modo mucho más clásico a un proceso de producción simbólica en relación con el mercado.
A P -Yo no lo pienso tanto así, porque Rama era una especie de intelectual del Renacimiento que articula distintos espacios, y yo siento que la forma del pensamiento hoy fragmenta más de lo que articula, entonces en ese sentido veo difícil a un Rama hoy, porque siento que todos estos momentos que estamos señalando son momentos que se van, no separando sino acumulando en él.
M M -Pero él inaugura otro tipo de intelectual, un tipo de intelectual transcultural, trasnacional, transdisciplinario.
A P -Yo creo que él tanto como Marta mueren en el momento justo del cambio, cuando ya no corre su modelo de intelectual. Pero sucede que hay muchas cosas de ellos que podemos recuperar...
H A -Es que mueren en el 83, cuando comienza en el mundo iberoamericano todo el debate de la posmodernidad, y el famoso tema de la ciudad letrada empieza a quedar casi obsoleto porque estamos viviendo en la ciudad cibernética, televisiva, informática o como gusten llamarla.
M M -Bueno, Francoise Perus, que ha sido la crítica más encarnizada que ha tenido Rama, refiriéndose a La ciudad letrada dice una cosa que es cierta, que le falta un capítulo, falta el capítulo de "la ciudad globalizada". Y alguien deberá escribirlo. Eso no impide su vigencia, porque no hay tesis que se pueda escribir sobre una inmensa cantidad de temas sin el aporte de Rama.
-Me pareció, Mabel, que en algún escrito sobre Ángel tú juzgabas más trascendente el libro sobre transculturación que el de La ciudad letrada, más actual.
M M -No, no, yo creo que son inseparables. Y tienen razón los que los estudianjuntos. Creo que son parte de una misma reflexión sobre el quehacer cultural, la función del intelectual y la relación poder-cultura.
-En la invitación que ha circulado para el homenaje del Paraninfo, se dice con rara elocuencia que fue "narrador, dramaturgo, editor, docente, polemista y crítico literario". Parece curiosa la inclusión de "polemista" en esa serie profesional. Tal vez tenga que ver con la revolución mediática, pero me parece que hoy los intelectuales que intervienen son de otro tipo. Los que Sarlo llamó "intelectuales mediáticos". No son intelectuales como Rama o como ustedes, aunque alguna vez por excepción pueden ser invitados a la pantalla.
M M -Yo creo que Rama no entendía el trabajo cultural sin debate, era una cosa que lo apasionaba.
A P -Decía que justamente la polémica era lo que medía el vigor de una cultura.
H A -Todos nosotros, de hecho, somos polemistas. Creo que parte de ser un intelectual crítico es ser un polemista. Aunque sin la obligación de pelearse con nombre y apellido con nadie. Pero cuando uno plantea ideas está siempre en polémica con alguien o con algo. Aquello de la interdiscursividad, siempre uno está "peleándose con". Claro que Ángel nunca omitía los nombres.
M M -Él, para empezar, creció intelectualmente en sus polémicas con Emir Rodríguez Monegal. Y tener ese enemigo constante y de las características de Emir marcó su personalidad intelectual. En las polémicas hay algo performativo, y él es alguien que crece en la polémica. A fin de cuentas la polémica es un género y él lo cultivaba magistralmente.
H A -Sí, pero también es cierto -y ahí sí reconozco una cosa de época en la pregunta que hace Ana Inés- que hoy, en Uruguay por lo menos, y en otros países de América Latina también, se insiste en que el nivel de las polémicas culturales e intelectuales no es el mismo que el de antes.
MB-Hay una razón fundamental, ¿no ? Que es la plataforma política en que todo eso estaba armado en los sesenta y los setenta...
H A -Bueno, por supuesto que había un proyecto, y ahora no es que no haya proyectos, pero quizás perdimos la ingenuidad de creer. Porque había una cierta cosa ingenua en las polémicas de Ángel, de Mario Vargas Llosa, incluso la de Cortázar con Collazo la ingenuidad de creer que a través de la palabra y el debate llegaba el cambio. Hay menos ilusión ahora.
A P -Lo que pasa es que el debate hoy se banalizó y por eso tiene menos impacto, porque fíjate que todavía estamos hablando de esa polémica de Cortázar y Collazo... Todavía hablamos de la de Arguedas.
H A -Pero hablamos nosotros, hablamos nosotros porque nos marcó.
A P -O porque son temas que importan.
H A -Porque nos marcó a nosotros. Los jóvenes no, salvo que lo escuchen de nosotros en las clases, eso no integra sus...
M M -Yo creo que tiene que ver con la pérdida de plataformas políticas. En aquel momento todo estaba informado y había cierta polarización política clara. Después se cayó en una especie de pluralismo... Y la polémica implica un aferrarse a posiciones con implicancias políticas y defenderlas y hacerse responsable de esas implicancias.
-Todo eso y la propia figura de Rama se proyectaron sobre una idea de América Latina que ahora no parece tan vigente. América Latina ¿ sigue siendo pensada ? ¿ O es sólo pensada en los campus universitarios de Estados Unidos ? Los escritores de hoy ¿sienten una pertenencia a esa noción como sentían entonces?
A P -Ahora opinan los economistas, los escritores son los intelectuales menos escuchados. Ahora, yo creo también que en los años sesenta y setenta nosotros manejábamos la idea de América Latina como un bloque monolítico, y resulta que Ángel y Marta, entre otros, nos hicieron ver una América Latina mucho más plural.
H A -La heterogeneidad de que habló Cornejo Polar. Pero al mismo tiempo hoy toda la coyuntura política cambió. Entonces no es que América Latina no siga siendo un proyecto, pero no puede ser el mismo. Sigue estando Fidel, pero con 80 años y significando algo diferente, y está Chávez, que es Chávez, algo inédito. Hay proyectos que no estaban en los sesenta, se habla por ejemplo de la UNASUR, O Unión de Naciones del Sur. De todos modos, en parte comparto que la radical diferencia es la idea de la heterogeneidad. Y la reivindicación de la diversidad que no estaba antes en la agenda.
M M -Yo creo que sí hay una fuerte presencia de América Latina. Esta de hoy es la América Latina de los movimientos sociales, de la vuelta problemática y atenuada de la izquierda, y es una América Latina que sigue siendo un laboratorio político y cultural. Es la América Latina de las narconarrativas, de los índices excepcionales de violencia y de la tremenda diversidad de regímenes políticos, formas culturales, formas de organización social. Y creo que desde afuera se percibe esa riqueza y ese fermento que América Latina sigue siendo. Yo no creo que haya perdido perfil, ha cambiado sí, como no podía ser de otra manera.