PARA UN MAPA SIN NOMBRE: POSIBLES GEOGRAFÍAS SANMARIANAS

“Es fácil dibujar un mapa del lugar y plano de Santa María, además de darle nombre; pero hay que poner una luz especial en cada casa de negocio, en cada zaguán y en cada esquina. Hay que dar una forma a las nubes bajas que derivan sobre el campanario de la iglesia y las azoteas con balaustradas cremas y rosas; hay que repartir mobiliarios disgustantes, hay que aceptar lo que se odia, hay que acarrear gente, de no se sabe dónde, para que habiten, ensucien, conmuevan, sean felices y malgasten.”
J.C. Onetti - Dejemos hablar al viento

Punto de vista

El presente artículo es el desarrollo de una serie de ideas que han ido creciendo en el grupo de trabajo y han sido soporte teórico a los alumnos y profesores del Liceo de Colonia Valdense, que nos encontramos avocados en la realización de un audiovisual sobre el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti. Este proyecto se efectúa en el marco del Proyecto InfoArt a partir de contenidos programáticos de Literatura (“Narrativa latinoamericana: Juan Carlos Onetti”) y de Filosofía (“Teoría del conocimiento”). La mirada o propuesta con que orientamos el trabajo coloca a Onetti en nuestro posible patrimonio tangible e intangible. Se intenta rescatar la figura de Onetti en función del espacio de la geografía regional de Colonia, tanto en sus elementos tangiblemente espaciales como en los simbólicamente culturales. En resumen, lo que abajo viene, no marca los pasos que se están desarrollando y se desarrollarán dentro del proyecto sino la conceptualización que -del mismo- hemos sido capaces de construir.

Enseñar en una cultura del espectáculo

La hiperestimulación audiovisual a la que inevitablemente nuestros alumnos se encuentran expuestos, que impide que creen hábitos de lectura, nos obliga a modificar algunas de nuestras prácticas educativas hacia otro tipo de lecturas. Al mismo tiempo, como no podía ser de otro modo, diferentes áreas del arte, han absorbido en forma estrecha los últimos cambios tecnológicos y científicos. Los nuevos medios han configurado una cultura nueva en la interacción humana y junto a ello, la creación de posibles “mundos” simbólicos para el hombre. La interfaz tecnológica suele ser la zona donde se produce el cruce en que docentes-estudiantes ajustan lenguajes y códigos, que luego redundarán en la transferencia de un mensaje que alcance a ser significativo.

Pistas y despistes persiguiendo a Onetti: El posible Onetti

“Podría hablar de Gregorio, del ruso que apareció muerto en el arroyo,
de María Rita y el verano en Colonia. Hay miles de cosas y podría llenar libros.”
J.C. Onetti El pozo

Referirse a la fundación y origen de Santa María como el topos donde se desarrollan las historias más sustanciales de la ficción onettiana debe ser uno de los temas más frecuentados por la crítica literaria interesada en este autor. Pero a los colonienses, por una situación geográfica, la multiplicidad de aspectos con los que Santa María y su entorno se construye, es una atracción que nos continúa interpelando.
El grupo de personas que trabajamos en el audiovisual desde el liceo de Colonia Valdense hemos pensado en Onetti a partir de elementos en principio verosímiles. Consideramos la producción textual de Onetti como un “único texto” en el sentido que Roberto Ferro lo trabaja en Onetti/La fundación imaginada, que luego retoma en la ponencia “Los dos comienzos de la narrativa de Juan Carlos Onetti” (Corbellini – Silva, 2007: 77), donde la obra se va conformando por avances y retrocesos narrativos que dan a la textualidad de la ficción una fragilidad demarcatoria. A modo de ejemplo, la prueba más contundente de ello la ofrece la discontinuidad –en la reconstrucción cronológica- que se produce entre la aparición de El astillero y Juntacadáveres.
Dentro de esas discontinuidades, el espacio físico más importante (Santa María y su entorno) es uno de los mojones a los que la ficción onettiana siempre vuelve. Pese a ello, la atmósfera sanmariana, no se brinda como algo rígido atribuible a un mapa con nombre. No obstante, la capacidad ficcional y constitutiva de la que se apropia Santa María confesada por Onetti permite que nos arroguemos la posibilidad del territorio que habría motivado al escritor. En este sentido, sería un interesante camino a recorrer, la interdependencia que se establece entre “Santa María”, es decir, la ciudad y “la Colonia”. La trabazón –económica, cultural, y de servicios- que existe entre los gringos de “la Colonia” y los habitantes de Santa María: “Iba muriendo conmigo aquel conflicto, apenas presentido, entre los pesados, enérgicos y austeros habitantes de la colonia suiza y los pobladores de la ciudad; entre los indolentes criollos de Santa María y los que la alimentaban.” (La vida breve). Maryse Renaud en Hacia una búsqueda de la identidad dedica un capítulo entero a la génesis de Santa María. Renaud luego de aludir al papel determinante del “río” se refiere a la “Colonia”: “Este enclave extranjero –a nivel étnico y sobre todo cultural- construido en las inmediaciones de la ciudad pese a mantener con ella vínculos cotidianos, ostenta un modo de vida y una sensibilidad germánicas que permanecen reacias, a pesar de los años, a toda posibilidad de cambio y adaptación.” (Renaud, 1993: 74). Si se repasa la historia regional nos encontramos con un proceso de inmigración (entorno a 1860) donde los colonos (sean suizos, valdenses, piamonteses) generan un impacto casi idéntico en la ya existente ciudad de el Rosario Oriental (1775).
En definitiva, asumimos un Onetti fronterizo, trasladándose siempre que pudo de Montevideo a Buenos Aires. Un Onetti que previo a su relación laboral como publicista en Buenos Aires, vivió en la capital porteña, padeciendo una situación económica precaria, en especial con su primer matrimonio, que lo obligó a regresar a Montevideo. Pero que la necesidad de involucrarse a la grilla literaria rioplatense le llevó –mientras re-escribía El pozo y preparaba Tiempo de abrazar- a establecer contactos nuevamente en Buenos Aires con Eduardo Mallea y Roberto Arlt quienes trabajaban en “La Nación” y “El Mundo”.
Imaginamos que la premura de pisar las dos orillas, no siempre se haya concretado en forma tan directa por Montevideo-Buenos Aires en el “Vapor de la Carrera” (que luego el peronismo prohibiera los viajes al Uruguay) como lo hiciera a mediados de los ’40 con motivo de un ofrecimiento laboral en agencias de publicidad en ambos países. Sino, que obligado a cruzar el charco –razones económicas mediante- su puente fluvial fuese por Colonia. Es posible que en ciertas ocasiones para acceder a cruzar el río recorriera kilómetros por la ya existente Ruta 1 y que en algunos casos esas distancias impusieran algún tipo de escala en Hoteles como los de Colonia Suiza. Sin hacer mucho esfuerzo uno podría imaginar a Onetti, cuando no tomaba whisky, compartiendo alguna cerveza con algún excéntrico personaje helvético del “Gran Hotel Central” que le haya hablado del ya desaparecido bar Berna llamado así por antonomasia al estar en la calle con idéntico nombre. Porqué no imaginar –en una de esas estadías- una escala del escritor por Rosario, o una incursión por el entonces poco a poco decadente pueblo de la Boca del Rosario que otrora surgiera junto al desarrollo de la Arenera Indare a través del puerto, y que empezase a decaer como consecuencia del bloqueo peronista.
Lo dicho hasta aquí, por encima de su asidero documental y veracidad histórica, como constructo narrativo es una historia factible si nos atenemos a la noción aristotélica de verosimilitud: “…pues hay entre las cosas sucedidas algunas de tal naturaleza que pueden ser concebidas no como fueron realmente sino como hubiera sido posible y verosímil que fuesen…” (Aristóteles, 2004: 57). Parafraseando a Aristóteles, creemos que “hubiera sido posible” una ruta de Onetti por tierras colonienses. La geografía física, cultural y económica de Colonia entrega “fidelidad” como espacio pre/textual o motivador de las narraciones onettianas, a quien absurdamente –como nosotros ahora- intentamos reconstruir el modelo.

Algunos breves comentarios

Onetti, desde que en la columna firmada como “Periquito el aguador” comienza a difundir la obligación que la literatura debía asumir, en rehacer una Montevideo desde la ficción para que la ciudad verdadera imitara a la inventada, la premisa de construir una literatura urbana se transforma en una realidad: “Montevideo no existe […] hasta que nuestros literatos se resuelvan a decirnos cómo y qué es” (en Prego, 1986: 28). Con la dicotomía campo-ciudad como contorno de los procesos canónicos de la literatura uruguaya ejercidos –en forma orgánica- por la generación del ´45 surge el urbanismo de la obra onettiana. Onetti es en gran forma responsable de decirnos cómo y qué es Montevideo, o al menos, cómo y qué es una ciudad, sea Montevideo, Buenos Aires, Santa María o Lavanda. Según Ángel Rama, en La ciudad letrada, las ciudades despliegan su lenguaje mediante dos redes diferentes y superpuestas: la física y la simbólica, que a su vez deja como corolario la ciudad real y la ciudad letrada: “Hay –dice Rama- un laberinto de las calles que sólo la aventura personal puede penetrar y un laberinto de los signos que sólo la inteligencia razonante puede descifrar, encontrando su orden. Este es obra de la ciudad letrada.” (Rama, 1998: 40).
Es a partir de La vida breve que la narrativa de Onetti otorga –no ya como relieve- sino como núcleo dominante una función centralizadora a la ciudad. La autorreferencia dada por la reiteración y diseminación de elementos de la ficción (personajes, espacios, etc.) que migran de un texto a otro; Buenos Aires (Argentina) – Montevideo (Uruguay) como matrices transfiguradoras de un nuevo mapa alternativo sintetizado en Santa María, son dos de los aspectos más salientes que comienzan a establecerse a partir de La vida breve. Esta novela marca un punto de inflexión en su narrativa ya que supone la emergencia ficcional de Santa María como el espacio topológico que confiere a la ciudad un papel dominante y marca el origen del ciclo o saga sanmariana. Así lo expresa Roberto Ferro que establece dos inicios de su narrativa en los siguientes dos textos: “Avenida de Mayo-Diagonal-Avenida de Mayo” y La vida breve. Por estas razones, en este segundo inicio -el de La vida breve- es en el que deseamos hacer zoom.

Geografías simétricas

Las simetrías siempre resultan una fácil tentación para razonar y resolver algunos procesos. Esto es lo que surge casi como factor biográfico pre/textual en la elaboración de La vida breve. Juan María Brausen, “fundador” de Santa María, al igual que Onetti por esos años en la capital porteña, es publicitario. Esta primera simetría tomará en el decurso de la novela otra serie de proyecciones, como por ejemplo el regreso de Brausen a Montevideo y la intención de encontrar a la Gertrudis joven en su hermana Raquel que es cinco años menor; hecho que simetriza con el de María Amalia (primer matrimonio de Onetti) y de su hermana María Julia y cuatro años menor, segunda esposa del escritor.
El juego de simetrías y espejos no concluye ahí, ya que la primera evocación que pone en marcha esta mecánica en la novela es la aparición del personaje de una prostituta: La Queca, que de algún modo se corresponde con la prostituta que despierta el recuerdo de Linacero en el inicio de El pozo. Onetti en una entrevista al periodista Ramón Chao citada en la mencionada biografía Construcción de la noche confiesa circunstancias de su estadía porteña que se filtrarían sobre todo en La vida breve: “Yo vivía en un departamento pegado a la habitación de esa mujer, llamada Queca. […] En mi piso había una de esas camas empotradas que se bajan de noche y ella tenía otra igual. Pero lo grave es que las dos camas coincidían y cuando estaban las dos bajadas se oía todo. Y, bueno, la Queca era un monstruo, muy liberada, digamos. Yo tenía un hijo que algunas veces iba a visitarme, me lo tenía que llevar fuera por las cosas que gritaba esta mujer. Después nos hicimos más o menos conocidos.” (Gilio - Domínguez, 1993: 109).
Estas camas de Onetti y la Queca, o de Brausen-Arce y la Queca, que empotradas en la pared simetrizan, surrealismo rioplatense mediante, es una preciosa imagen del entrecruzamiento que se origina en las culturas del Plata. Pero sobre todo, la imagen, puede funcionar como una analogía de lo que geográficamente sucede con nuestros mapas. El contorno de Onetti, en el sentido amplio de la producción textual que genera, encierra al Río de la Plata. El río es el eje de las simetrías que se producen entre una orilla y otra. Del mismo modo que del lado argentino -ciertas ciudades de provincia - ofrecen una geografía de locaciones loables para la ficción onettiana, ocurre lo propio del lado uruguayo.

Geografía textual

También existe una geografía textual que marca el relieve iterativo que trazan las palabras. Si se realiza un ejercicio consistente en transitar la iteración que algunas frases, términos o nombres tienen en la narrativa de Onetti se puede comprobar de qué forma se constituyen ciertas isotopías textuales. En “Sistemática de las isotopías” Francois Rastier trabaja sobre la obra de Mallarmé con isotopías de contenido y de expresión. Si seguimos esa posibilidad de una “estilística de las isotopías”, la narrativa de Onetti es campo fértil para captar marcas lingüísticas de iterabilidad que se reinsertan al cabo de ese “único texto” incesante que constituye la ficción –total- onettiana.
Si tomamos como parámetro que “Santa María”, núcleo temático dominante de la ficción de Onetti, en una novela como El astillero (clave dentro de la saga sanmariana) aparece con una iteración literal de 62 presencias (incluyendo subtítulos), se ofrece con mayor significación que la frase “la colonia” itera en 11 oportunidades, “El Rosario” en 10, la palabra “río” en 13. Cabe señalar que las isotopías de “la colonia” (con sus variantes de “colonia de labradores suizos”, “Cochería Suiza” etc.), las de “el río”, y las de “Berna”, todas ellas de alto valor simbólico a nivel cultural en el departamento de Colonia, aparecen también con relieve en otras novelas como: La vida breve, Para una tumba sin nombre, Juntacadáveres, Dejemos hablar al viento, Cuando ya no importe.
Cabe señalar todavía que la palabra “playa” (o toda atmósfera vinculada a ella) de una fuerte impronta en las ciudades costeras de departamento de Colonia, es de una alta densidad en cuanto a su iterabilidad en la Colección de cuentos completos del escritor.

Dominación territorial de la ficción

Se argumente de un modo u otro, la misma narrativa de Onetti (sin necesidad de recurrir a las manifestaciones públicas del escritor que entreveran aún más las barajas) insiste en declararse ficción separándose de la Historia.
La fundación mítica de Santa María por parte de Juan María Brausen –a través de un guión cinematográfico- supone un golpe de estado al estatuto del autor. La autoridad, de Onetti como creador, sufre una desestabilización, y como tal se tematiza haciéndose la escritura autosuficiente. El dominio de la ficción es tal, que la diacronía narrativa de ese “texto único” en Onetti desbarata cualquier intento cronológico, y la trayectoria de Juan María [Brausen] perdiendo el control de lo ficcionado (o no teniéndolo nunca) profetiza algunas instancias de nuestro triste pasado reciente.

Los adioses –aunque contemporánea a la saga de Santa María- es una novela que se aparta de la geografía de dicho ciclo. La crítica en general (producto de los repetidos espacios de “sierras” y de elementos vinculantes de Onetti con provincias argentinas) ha identificado el lugar escenificado en esta novela con la provincia de Córdoba. En el afán de construir este mapa sin nombre por qué no sostener que hasta Los adioses es una historia ubicable en la geografía coloniense, también por aquello de Aristóteles que “...resulta verosímil que sucedan muchas cosas contra lo que parece verosímil.” (Aristóteles, 2004: 87). Sin llegar a la paranoia de ver sierras donde en verdad hay cuchillas u otros accidentes geográficos de menor impacto, leamos Los adioses como una adivinanza de Santa María. ¿Cómo se explica esta –en apariencia- voluntaria omisión? Resulta sugestivo que la fuerza magnética de Santa María en esta novela aparezca elidida. Su ausencia no puede pasar desapercibida. Los adioses es otro de los senderos del jardín que se bifurcan; la frase que abre puertas: “Santa María” (que en Cuando ya no importe se convierte en un solo término: “Santamaría”) es la única palabra que en una adivinanza cuyo tema era este, no podía ser dicha.


Bibliografía citada

-Abrams, M. H. “De Addisson a Kant: La Estética Moderna y el Arte Ejemplar” tomado del libro del mismo autor: Doing Things with Texts. Londres: W. W. Norton & Company, 1989.
-Aristóteles. Poética. Bs. As.: Libertador, 2004.
-Ferro, Roberto. “Los dos comienzos de la narrativa de Juan Carlos Onetti” en Corbellini, Helena - Silva, Pablo, Coordinadores). Bienvenido, Juan Textos críticos y testimoniales sobre Juan Carlos Onetti. Montevideo: Librería Linardi y Risso, 2007.
Gilio, María Esther - Domínguez, Carlos María. Construcción de la noche. Bs. As.: Planeta, 1993.
-Rastier, Francois. “Sistemática de las isotopías” en Greimas, A.J. (Director). Ensayos de Semiótica Poética. Barcelona: Planeta, 1976.
- Renaud, Maryse. Hacia una búsqueda de la identidad (Tomo I. Trad. Hugo Giovanetti Viola). Montevideo: Proyección, 1993.
-Prego, Omar. (Pról.) Juan Carlos Onetti. Cuentos Secretos. Periquito el Aguador y Otras máscaras. Montevideo: Biblioteca de Marcha, 1986.
-Rama, Ángel. La ciudad letrada. Montevideo: Arca, 1998.
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Equipo de trabajo
Estudiantes: Gino Armani. Mauricio Barandelli. Mauricio Bentancor. Luciano Briosso. Giovanna Camacho. Vanesa Fenouil. Felipe Rostagnol. Gissel Venosa.
Docentes: Prof. Juan Carlos Geremías. Prof. Leonardo Lesci.

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Nota: La redacción del anterior trabajo le pertenece a quien esto escribe. He intentado ser lo más fiel que pude al diverso y profuso nivel de reflexión que las jornadas de trabajo vienen suscitando. El presente artículo tiene como único cometido ponerle un orden a los –sin lugar a duda- fermentales intercambios provocados. Prof.Leonardo Lesci